lunes, 7 de septiembre de 2009

La luz del Espíritu.
Conocimos a Soledad hace unos once años atrás, mientras dábamos talleres en el Centro Cultural del Parque Alem. Ella ya hacía cerámica, y entusiasmada con los efectos de los lustres en reducción durante un taller dictado por G. Mañé, siguió yendo luego a nuestro taller. El rakú y los lustres la habían enamorado.
A sus 85 años y con dificultades de visión además de las propias de la edad, Sole es un ejemplo de la fuerza del espíritu. Tuvo un percance doméstico que la obligó a dejar de venir por unos meses y ahora se reintegró, para iluminarnos con su sonrisa y su voluntad de seguir creando belleza.

3 comentarios:

(¯`ÐẳÐ¥´¯) dijo...

Esta pequeña historia me emocionó, y ruego al altisimo, llegar a esa edad con esas ganas y empeño!
Dady

Verónica Alonso dijo...

Admirable! yo quiero ser como Soledad en el futuro!! mándale un saludo y dile que tiene una admiradora.
Saludos a vos y a los tuyos.

Amparo Expósito García dijo...

Ha sido una gozada ver la cara de satisfacción de Soledad, observando su creación. Su gesto denota la plenitud de haber conseguido el fin que perseguía.

Enhora buena por la parte que te toca.

Te dejo la dirección de mi blog, dale una miradita y verás.

http://floresceramica.blogspot.com/

Un saludo compañero.